Al dolor de un hijo

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Cuánta llaga inundan mis manos por guardarme en los brazos la fuerza de los abrazos que no te he dado.
Y tampoco he recibido.
Tengo la carne dolorida
las piernas enclenques
los labios amarillos
de intentar sostener tu cuerpo
de atarte a mi vida
y no puedo tirar más de ti,
pues el cuello quemado tengo
de lidiar con tus suspiros
de odio negro.
que hilan esta soga de acero.
Hago un llamamiento a todos
los que sintieron renacer
cuando vieron en su hijo sus ojos.
Al amor de un padre
que se torna oscuro dolor.
Que en mis brazos te tuve
y hace tiempo que ya no te tengo.
En este pecho no te encuentro
y tengo sed de pronunciar tu nombre
para sanarme cuando tú
respondas con el mío
y cantarte en un llanto hijo mío.
Hago un llamamiento al que amó
y al que nunca esperó la decepción
de quien una vez anduvo sus pasos.
Y es que siento en el pecho una presión
y muerta tengo la tráquea
y cojea mi respiración
Pues tenerme en pie, no me tengo
desde que una guerra contra mí mismo
inició
pero no fue en un espejo
ni en reflejo alguno.
No.
Si no en el hijo
que sobre mi piel se crió.

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