2016

Era la ciudad desnuda, destellante, llena de lunares luminosos en una piel de gala, vestido de noche que en su falda refugia a aquellos que se sienten pequeños ante tanta grandeza llameante.
Era la ciudad que me daba la bienvenida gritando con sus carteles de neón y sus flores, y la flama del verano aquel de nadie en aquella tierra postrada ante todos.
Sensual se descubría ante mí, como una joven con un vestido terroso, y yo levantando sobre su piel polvareda, jugando como un niño entre sus piernas. Y yo, deseaba besarle la boca, aquel viejo túnel que me conducía a ciegas hasta ella.
Cuánta niebla le bailaba en los tobillos los inviernos y la vestía de misterios; cuánta lluvia en los septiembres grises de mis párpados, cuanta humareda de sentimientos me despertaba aquella oficina de vivencias perdidas, sin fronteras divisables:
La ciudad desnuda y abarrotada de mis recuerdos.